En
el estudio del arte mozárabe en la provincia de Málaga, el
recientemente desaparecido arqueólogo Rafael
Puertas Tricas es el referente por el que nos debemos guiar para poder
entender este tipo de manifestaciones artísticas, de las que en estas
tierras poseemos numerosos ejemplos, que intentaremos ir exponiendo sucesivamente
conforme vayamos visitándolas, algunas tras arduas pesquisas, como
es el caso de la que nos ocupa. Desgraciadamente la ermita, y en parte la necrópolis, que el arqueólogo
Puertas Tricas visitó, excavó y estudió no es la que
hoy podemos contemplar. Su estado de abandono y sobre todo de destrucción
es mucho mayor que hace veinte años. De todos los
elementos arquitectónicos que en aquel momento eran visibles
solo podemos observar, y con muchas dificultades, la roca que contiene
las hornacinas (foto 1) y el habitáculo
trasero del eremita. Otra gran roca, que pensamos era la que se situaba
a los pies de los muros laterales, estos también desaparecidos,
ha sido removida y situada delante de la que contiene las hornacinas impidiendo
su visión, pudiendo ser fotografiadas con bastante dificultad y
únicamente de forma parcial. En cuanto a la zona de la necrópolis, esta se encuentra invadida por la vegetación y algunas sepulturas nos tememos que han sucumbido tras el rebaje del terreno para el acondicionamiento de caminos. La datación de este olvidado conjunto monumental se situaría
entre los siglos IX y X.
La ermita tendría carácter semiruprestre,
constando de una sola
nave, con el altar excavado en la roca y diferenciado espacialmente del resto
de la iglesia mediante desnivel o peldaño (también desaparecido).
Su uso como lugar de oración continuó en la Edad Moderna,
aunque ya sin las connotaciones socio-históricas del período
mozárabe. Esta nueva ermita aprovecharía quizás materiales
antiguos y seguiría utilizando los nichos labrados en la roca, recubriéndolos
de estuco amarillento que todavía se aprecia en ellos.
Las
hornacinas labradas en la faz vertical de la roca, previamente alisada
para suprimir irregularidades y rugosidades, formarían parte del
santuario del altar. Constaría de cuatro hornacinas. La central, que es la
mayor, tiene forma rectangular y serviría de altar (foto
2), siendo las dos laterales, a derecha e izquierda, auxiliares, estando algo separadas de la central. Por último, la
hornacina superior tendría una función meramente decorativa.
Las hornacinas están labradas a pico y presentan restos de estuco.
La situada a la derecha de la central (siempre
desde el punto de vista del observador que se emplaza frente a ellas), de similar altura que la de la izquierda,
fue destruida casi en su totalidad para hacer posible el hueco de acceso
al posterior habitáculo del eremita, observándose un arco
que partía de su base (oculto por la roca recientemente superpuesta).
La gran hornacina central tiene forma ligeramente trapezoidal con más
de un metro y medio de altura y unos 40 cms. de profundidad. La de la izquierda
posee menores dimensiones y alzado rectangular, curvada en el lado superior (foto 3). Debajo de estas hornacinas
Puertas Tricas describe la existencia de resaltes y concavidades, también
imposibles de contemplar en la actualidad. En cuanto a la hornacina superior,
sería igualmente rectangular y curvada en el lado superior. Por
encima de esta y a lo largo del frente de la roca se labró
un ancho eslabón para el asentamiento de la cubierta además de dos huecos,
uno a cada lado de la hornacina superior, que servirían para encajar
los cabezales de las vigas.
De los muros
laterales, realizados en mampostería, tanto los perpendiculares al
plano de la pared, que contenía las hornacinas, y que se corresponderían
con la nave de la iglesia, como los paralelos a esta, que pudieron
conformar escalones dentro de la nave, no queda nada (foto 4).
Tan solo vimos, por su lado este, un murete, cuya función
sería sostener el talud del terreno, y que se prolongó para
formar el lateral derecho del acceso al habitáculo (foto
5).
Foto 3 Foto
4 Foto
5
Foto 6 Foto
7
Foto 8
Foto 9 Foto
10 Foto
11
Por otra parte,
el mencionado habitáculo, que formaría parte de la celda del eremita y
que se encuentra hundido en su lado norte unos 28º (y por lo tanto
alzado en su cara opuesta, donde están excavadas las hornacinas),
se ahuecó a pico (foto 6). Su
planta tiene forma ovoide de entre 3 y 4 metros de diámetro (foto
7), mostrando todas las paredes y techo restos de haber estado
recubiertas con estuco (foto 8). En su lado oeste
se abre un vano, que en el exterior tiene forma rectangular irregular, de unos 70 cms. de altura, aunque en el interior sus lados resulten más regulares (fotos 9 y 1).
En su pared norte un pequeño seno practicado en la piedra alberga
dos receptáculos con forma de conos invertidos (foto
10), adosándose a su lado un poyete (foto 11),
elementos que Puertas Tricas califica como obra moderna, aunque sin poder asegurarlo totalmente.
En una amplia meseta de acceso escarpado situada a escasos metros al norte de la ermita, de nombre Hoyo de los Peñones, se extiende hacia el este una necrópolis compuesta por 122 tumbas labradas en la roca caliza, históricamente saqueadas y que inicialmente debieron ser muchas más (fotos
12, 13 y 14). La datación se correspondería, al igual que la ermita, con los siglos IX y X, y estarían relacionadas tanto con esta como con un asentamiento estable, no muy numeroso, que debió ubicarse un poco más hacia el noreste de la necrópolis, en el lugar denominado El Albar, que aún no ha sido excavado. Por tipologías, las sepulturas se pueden clasificar en tres tipos: el primero y más numeroso con direrencia (hay 107), son las llamadas “de codo”, que agrupa a todas aquellas que presentan un evidente ensanchamiento en el tercio superior; en segundo lugar las trapezoidales (10): más anchas en la cabeza que en los pies; y por último las rectangulares (5), igual de anchas en la cabeza que en los pies. La longitud de todas ellas es muy variada y oscila entre los 0,70 metros hasta los 2,40 metros. Muchas se presentan agrupadas y con diversos tamaños, lo que hace pensar a nuestro arqueólogo en la existencia de auténticos panteones familiares.
Foto 13 Foto
14
Bibliografía
consultada. En Ruta Mozárabe, ver:
(001 y 003).
Acceso.
Si sales del pueblo de Alozaina por la A-354, es decir, la carretera
que lleva a Casarabonela, deberás recorrer algo más de 1,5
kms. La ermita se ubica un poco antes de un gran letrero sobre la "Sierra
de las Nieves", situado a la derecha de la vía. Pero la referencia
más importante se localiza a la izquierda, donde
podemos ver junto a la cuneta de la vía una caja de mampostería
que pertenece a una acequia que se extiende hacia el interior de la peña
mediante un largo y estrecho murete que hace las veces de canalización.
A pocos metros de la carretera, ya pisando campo, e inmediatamente a la
izquierda de la mencionada canalización, se encuentra la ermita. La
podrás identificar fácilmente por el vano del habitáculo,
muy visible desde el exterior. Tienes que tener cuidado con las rocas, matorrales
y otros restos antrópicos y llevar calzado adecuado. En cuanto a la necrópolis, deberás seguir unos 100 metros al norte y subir una loma que da paso a una gran meseta desde donde se extiende el conjunto de sepulturas a lo largo de unos 300 metros hacia el este y hacia el norte. El libro "Iglesias rupestres de Málaga" de Rafael Puertas Tricas, (en bibliografía: Ruta Mozárabe número 003), ofrece mapas con la distribución exacta de las tumbas que os pueden ayudar mucho.
Conservación.
Museografía. Didáctica. Conocimos
de la existencia de la ermita y de la necrópolis por, entre otros medios, la referencia
que hace la página
del Ayuntamiento, donde se habla de un "importante
conjunto mozárabe", y tras exponer sus caracerísticas
terminan, en referencia a la ermita, con un lacónico: "Actualmente no se puede visitar".
¿Por qué no se puede visitar? ¿Es que están
acondicionándola para que sea visitable? ¿Es que está
cerrada y protegida a la espera de que en el futuro aprueben algún
plan que haga posible la reapertura?
Pues para todo esto la respuesta es: NO. La ermita es un monumento importante,
eso es verdad, pero no es verdad que quien haya escrito eso y quien
haya aprobado su redacción, sientan sinceramente esa importancia.
En realidad les da igual. Y les da igual porque el estado de abandono
y destrucción de este magnífico lugar es tan brutal que
cuando alguien habla de ella mencionando su importancia y a continuación
permite su casi total desaparición, o no hace nada para que esa
situación no continúe, pues entonces es que nos están
engañando. Saben que es un monumento, pero no entienden que ese
patrimonio pueda generar riqueza. Este aspecto no voy a desarrollarlo aquí
porque ya me aburre tener que señalar a los de siempre y "regañarles" como un maestro a un alumno desobediente. Utilizo
este colegial lenguaje porque hoy no tengo ganas de gritar más.
Solo le pido a los pecheros que piensen por un momento en todo el acervo cultural que poseen, que tienen, y desde el que en
estas páginas estamos comenzando a hacernos eco. Sus bienes culturales,
unidos a los de los términos municipales vecinos, sabiamente restaurados,
conservados y musealizados, pueden ayudar a proporcionar difusión
y conocimiento, así como empleo. La necrópolis se encuentra igualmente abandonada, cercada por la vegetación y destruida en parte por la construcción de nuevos caminos.
La recuperación de este conjunto no sería cara
ni difícil. La ermita se ubica en la esquina de una finca, junto a una
acequia y a la carretera, por lo que su expropiación, pensamos,
no supondría una excesiva carga para las arcas de las administraciones
competentes. La necrópolis, aún siendo más extensa, tampoco habría de suponer un objetivo demasiado difícil de cumplir. Recuperarlos debe convertirse en finalidad prioritaria para
todos los habitantes de Alozaina y para los que no lo somos. La arquitectura
mozárabe es muy relevante en la provincia, y frecuentemente se
realizan nuevos hallazgos, por lo que se impone una actuación
rápida y determinante antes de que no haya nada que restaurar.
Ubicación (ermita): 30 S
334807.25 m E
4066961.30 m N