De
la primera iglesia de Macharaviaya tenemos noticias que datan de 1505,
cuando con Don Diego de Deza, Arzobispo de Sevilla, comienzan a erigirse
en la provincia un numeroso grupo de ellas. Su consagración se
realizó en 1510, si bien a finales del siglo XVI ya presentaba
un estado ruinoso, y no será hasta 1785 cuando bajo la influencia
de la familia Gálvez se proceda a la reedificación del
templo y a la construcción de una cripta que guardará
prácticamente las mismas dimensiones que aquél. El proyecto
fue encargado a Miguel del Castillo, el arquitecto más importante
en Málaga a finales del siglo XVIII, el cual, como lo era de
las reales obras, participó en todas las promovidas por el Estado:
la Aduana, el Acueducto de San Telmo, la Alameda, la Catedral de Málaga,
entre otras. Desafortunadamente, los ricos ornamentos de la iglesia,
los cuadros de los altares, incluido uno del altar mayor, el púlpito,
órgano, archivos y la mayor parte del patrimonio mueble fue destruido
en 1936. Desde entonces la iglesia sufrió un rápido proceso
de deterioro, presentando a finales de 1990 un aspecto ruinoso, con
numerosas grietas, humedades y abandono casi generalizado. La situación
cambió con motivo de los actos de 1992, cuando la Sociedad Estatal
para la Ejecución de Programas y Actuaciones Conmemorativas del
V Centenario del Descubrimiento de América, decidió acometer
su completa restauración.
Su
estilo se entronca con el barroco clasicista, de nuevo en boga a finales
del siglo XVIII, y que evolucionaría hacia formas aún más
severas y al neoclasicismo. El templo, situado en el punto más
elevado del pueblo, se ha convertido en referencia visual, y junto
con otros significativos edificios, en centro cultural y de atracción
turística. De grandes dimensiones, sus volúmenes aparecen
claramente definidos, reflejando el exterior la distribución espacial
del interior. Además de la portada de la fachada de los pies, de
la que más abajo hablaremos, destaca visualmente el gran volumen
cúbico que cubre la cúpula del transepto, cerrada mediante
tejado de cuatro aguas, así como la esbelta espadaña. La contundencia
de los volúmenes queda en parte relajada por la regularidad de los
vanos y por los anchos moldurajes de las cornisas que favorecen el contraste
sombra-luz, línea-volumen. Las espléndidas proporciones del
templo basan su razón de ser en el ánimo de crear un edificio
religioso de prestigio para la familia Gálvez, que había adquirido,
sobre todo a través de la figura de José de Gálvez,
relevancia internacional. De todas formas, el aspecto que hoy en día
ofrece después de la restauración de principios de los años
90 del siglo XX, la ha despojado de cualquier resto de pátina, imperando
el color blanco en toda su superficie menos en la portada principal, y quedando
sus muros absolutamente pulidos tras haber sido arrasada cualquier sombra
del pasado (fotos 1 y 2).
En
la fachada de los pies destaca sin lugar a dudas la portada (foto
3). De colores rojo y ocre y diseño clasicista, resalta
notablemente sobre todo el conjunto. Construida mayoritariamente de ladrillo,
excepto los capiteles, columnas, parte de los entablamentos y otros elementos, está
compuesta por un arco de medio punto flanqueado por dobles pilastras de
capitel compuesto, delante de las cuales se sitúan, exentas, columnas
pareadas, también de capitel compuesto, sobre elevados plintos, que
soportan un sobresaliente frontón triangular partido, en cuyo tímpano
se inserta el escudo real de Carlos III, dentro de un medallón oval,
lo que ponía de manifiesto públicamente el patrocinio regio.
Es muy destacable
el trabajo con el ladrillo, realizándose numerosos y variados moldes,
sobre todo para el frontón y la cornisa del entablamento (foto
4).
Sobre el conjunto
de la portada se abren simétricamente dos óculos que permiten
la entrada de luz natural hacia el interior del edificio. A la izquierda,
a modo de chaflán, un reloj de sol completa la decoración
de su fachada principal.
La fachada del lado del Evangelio (izquierda) carece por
completo de decoración.
En
la cabecera de la iglesia se sitúa la casa del cura, de
considerable tamaño, sobre la que se dispone el campanario en forma
de espadaña, de aspecto neoclásico, que está compuesta
en el primer cuerpo por dos arcos de medio punto con clave resaltada, enmarcados
por pilastras toscanas, ancho y sencillo entablamento, y rematados por
un frontón triangular partido, sobre el que se alza el segundo cuerpo,
que consiste, nuevamente, en un arco de medio punto terminado en frontón
triangular (foto 5).
Foto 4 Foto
5
Su
interior posee planta de cruz latina con crucero destacado por medio de
una cúpula semiesférica sobre pechinas, que consta de ocho
nervios cajeados que a su vez apoyan sobre placas, distribuidas regularmente
por un entablamento circular. El conjunto se remata con cupulín (foto
6). La nave central (foto 7), la
capilla mayor, y los brazos del crucero se cubren con bóveda de medio
cañón con lunetos en los que se abren vanos, entre los que
se disponen arcos fajones cajeados que descansan sobre un entablamento denticulado
y pilastras adosadas de orden compuesto (foto 8).
Entre las pilastras de la nave se abren hornacinas para albergar altares.
A los pies se alza el coro, con balaustrada de madera que apoya sobre un
arco carpanel (foto 9).
El presbiterio,
profundo y de cabecera plana, se eleva mediante tres peldaños sobre
el resto del templo (foto 10). En el testero se
abren dos hornacinas que albergan esculturas, y en el centro un tabernáculo
o sagrario de alabastro de estilo clásico (foto 11).
En la parte superior se sitúan tres pinturas originales del siglo
XVIII: a la izquierda, San Bernardo Claraval, recientemente restaurado;
en la derecha, los santos Gordián y Epímaco, patronos de la
villa, y en la parte superior, San Jacinto, titular de la parroquia. Según
un estudio realizado por Antonia Carnero Reguero, con motivo de la restauración
de la pintura de San Bernardo, el autor de las tres pinturas fue Cosme
de Acuña, prestigioso pintor de la corte, muy vinculado a la
familia Gálvez y que realizó numerosos retratos para ellos.
A ambos lados
de la nave y del crucero se encuentran los altares privados que correspondían
a los miembros de la familia Gálvez. Cada uno de estos altares contaba
con una pintura de gran valor atribuida a Murillo, aunque no se ha encontrado
documentación que acredite este hecho. Se conservan placas de mármol
oscuro veteado de las canteras de Mijas, piedra de gran valor y ya agotada
que también fue utilizada para decorar el Palacio Real de Madrid
(foto 12). En
el lado del Evangelio, hacia los pies del templo, se sitúa la capilla
bautismal, de amplia planta rectangular y unida a la nave principal por
un sencillo vano de acceso. En esta capilla se conserva una pila de mármol
blanco (foto 13). Asimismo debemos mencionar el
interesante cancel que rodea la puerta del mismo lado, una muestra más
de la gran tradición española en el trabajo de la madera (foto
14).
Foto 7
Foto 8
Foto
9
Foto 10
Foto 11 Foto
12
Foto 13 Foto
14
Bajo
la iglesia se encuentra la cripta-panteón de los Gálvez, a
la que se accede por un lateral, desde el cementerio. Por sus dimensiones
puede considerarse como una iglesia subterránea, ya que es casi del
mismo tamaño y planta que el templo bajo la que se encuentra. La
cripta está cubierta por una bóveda de medio cañón,
con lunetos sin vanos y anchos arcos fajones, excepto el tramo del crucero,
cubierto por bóveda de arista. El espacio que se corresponde con
el crucero y la capilla mayor está separado del resto por una reja
(foto 15). En la cabecera se sitúa el altar
y en el lateral izquierdo los nichos de la familia Gálvez, Gallardo
y Cabrera, repartidos en cuatro filas, donde quedan interesantes lápidas
del siglo XIX y una gran urna central bajo arco carpanel. Este llamativo
conjunto se remata mediante tres frontones mixtilíneos de indudable
gusto diociochesco (foto 16). Junto a ellos, se
erige el sarcófago en mármol que guarda los restos del Marqués
de la Sonora: D. José de Galvez. De indudable belleza, fue mandado
construir por Miguel de Gálvez, utilizándose el mármol
grisáceo y el alabastro. La urna se eleva sobre un esbelto pedestal
rectangular. En su frontal se halla grabado el escudo de armas de los Gálvez.
Todo ello rematado con el busto del difunto labrado en mármol blanco
(foto 17). En el otro brazo del crucero se sitúan
una serie de realistas esculturas anónimas de bulto redondo y medio
cuerpo, que representan a los miembros de la familia (fotos
18 y 19).
Foto
16
Foto 17
Foto 18
Foto 19
Junto
a la iglesia se encuentra el pequeño cementerio, cerrado por un muro
encalado con grandes contrafuertes en el lado este (foto 20).
A pesar de la prohibición real, no se dejó de enterrar dentro
y fuera de la iglesia durante todo el siglo XIX, hasta llegar a nuestros
días. De hecho, a principios de los años 70 del siglo XX,
el párroco autorizó a los vecinos el enterramiento en nichos
que se construyeron a los pies de la cripta.
En los tres lados del espacio cuadrado frente a la iglesia se han construido
recientemente bloques de nichos, aunque dejando espacio libre para poder
contemplar el paisaje circundante (foto 21). En
el centro del pequeño jardín se sitúa sobre un pedestal
una escultura de bulto redondo y medio cuerpo de José de Gálvez,
de estilo similar a las situadas en el interior de la cripta (foto
22). En la base del muro del templo, junto a su entrada, aún
permanecen adosados antiguos nichos pertenecientes entre otros a párrocos
de la iglesia (foto 23).
Foto 21
Foto 22
Foto 23
Bibliografía
consultada. En Ruta del Barroco, ver:
(001) y (002);
en Ruta de los Cementerios, ver:
(002);
en Ruta de las Iglesias y Conventos, ver:
(024) y (025);
Orden de 2 de febrero de
2010, por la que se resuelve inscribir en el Catálogo General del
Patrimonio Histórico Andaluz, como Bien de Catalogación General,
la iglesia de San Jacinto, en Macharaviaya (Málaga), B.O.J.A
nº 24 de 19 de febrero de 2010; paneles informativos delante de
la iglesia y del mausoleo.
Acceso.
Es relativamente fácil. La iglesia se ubica en el centro
de este pequeño pueblo, en la plaza de Bernardo de Gálvez
nº 3, y tiene los siguientes horarios de misa: en invierno, los sábados
a las 18:00 horas y los veranos, los sábados a las 19:00 horas. Se
organizan visitas guiadas desde el Museo de los Gálvez (cercano),
los sábados y domingos desde las 11:00 horas hasta las 15:00 h. Los
teléfonos de contacto son: 952400042 y 951209199. El mausoleo y el
cementerio permanecen abiertos todo el día, incluso los domingos.
Conservación.
Museografía. Didáctica. Sabemos
de la gran destrucción que sufrió la iglesia en el año
1936 y del estado de abandono en que quedó durante la posguerra
hasta bien avanzado el siglo XX. Afortunadamente se llevaron a cabo
trabajos de restauración que han devuelto a la iglesia y al mausoleo
toda la belleza que ha sido posible recuperar. El tesón de las
gentes de este municipio han hecho que Macharaviaya acreciente su valor
patrimonial, mediante una inteligente labor de restauración y
puesta en valor de los bienes culturales muebles e inmuebles relacionados
con el legado de la familia Gálvez, así como del conjunto
del pueblo, por lo que en esta pequeña villa podemos disfrutar
de una gran concentración de patrimonio recuperado como el que
en esta ficha estamos viendo, así como de otros a los que en
un futuro le dedicaremos tiempo para conocerlos mejor. Tanto la parroquia
como el mausoleo poseen información escrita en sus accesos, con
contenido histórico-artístico ameno y veraz.
Ubicación:
30 S
391664.71 m E
4069217.63 m N
Ubicación en googlemaps©:
Terminado, incorporado a la página y subido a la red el: 20/12/2014. nº 144. vec2014©
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