A partir del siglo IX a.C. en el área del Guadalteba se produce una reactivación demográfica, que continuará durante los siglos VIII y VII, favoreciendo el desarrollo de algunos poblados situados sobre cerros con capacidad defensiva (García, r.p.: 003, pags. 202 y 203), como es el caso de los Castillejos de Teba donde se han documentado construcciones y materiales claramente estratificados de los siglos VIII al VI a.C. (García, r.p.: 003, pag. 69). Cada uno de estos núcleos de población domina un tramo de valle fluvial, actuando como centros de poder local (García, r.p.: 003, pag. 203). Al mismo tiempo, en la vega aparecen unos pequeños asentamientos junto a las tierras de cultivo (García, r.p.: 003, pag. 202). Este tipo de recintos defensivos desaparecerán hacia el siglo III a.C. (Martín y Pérez-Malumbres, r.p.: 004, pag. 152).
Morfológicamente, los Castillejos se configura como un espolón rocoso, dividido en tres terrazas estrechas y alargadas que se elevan unos 100 a 150 metros sobre las tierras llanas que las flanquean (Ortuño, r.p.: 006, pag. 51) (foto 4). Durante el Bronce Final Pleno (primera mitad del siglo VIII a.C.) ya había asentada en Los Castillejos una comunidad, aunque el auge del poblado se producirá durante el Ibérico Pleno, y un final de ocupación a lo largo de los siglos III-IV d.C. (García, r.p.: 003, pags. 203 y 216). Se ha constatado una línea de fortificación en la zona baja del cerro (sector este), datable hacia el siglo VI a.C., que se encontraba ya abandonada en el siglo V a.C., trasladándose sus habitantes a la terraza alta, donde se inicia, en el Ibérico Pleno, la construcción de un complejo recinto amurallado (García, r.p.: 003, pag. 218), pasando la primera muralla a utilizarse como necrópolis (Ortuño, r.p.: 006, pag. 57).
Se desconoce si estas estructuras perimetraban por fuera todo el poblado (García, r.p.: 003, pag. 380) o si sólo lo hacían para proteger algunos sectores del mismo. Lo que sí se ha podido observar es que los muros carecen de cimentación, así como que su alzado no era muy elevado. Estos fueron realizados con bloques de tamaño grande (García, r.p.: 003, pag. 380) (fotos 2 y 3), inclinándose hacia el interior para dar mayor estabilidad (Ortuño, r.p.: 006, pag. 58), con el frente bien careado en bastantes ocasiones, rellenos de lascas y una cierta alineación del mampuesto, y en otras con una disposición completamente irregular y poco cuidado en el careado. La muralla se completaba con una serie de torreones circulares (fotos 3 y 5) de un diámetro en su base de unos 2 metros y que va disminuyendo conforme aumenta su altura (Ortuño, r.p.: 006, pag. 59). En la zona más elevada y occidental el recinto amurallado sería doble (foto 1). Es en este sector donde son visibles un mayor número de restos. Hasta el momento y debido a la falta de excavaciones sólo se han podido observar dos habitaciones de planta cuadrangular (Ortuño, r.p.: 006, pag. 59) (foto 6), algunas otras estructuras también cuadrangulares, como la existente en la terraza media, de mampostería con piedras alargadas y relleno (foto 7), además de sillares de probable origen romano (foto 8), tanto sueltos como constituyendo la base de algún edificio. Se han llegado a contabilizar hasta 3 necrópolis en sus alrededores. A lo largo de los siglos, las piedras que conformaban los muros han ido desmoronándose, siendo en ocasiones reaprovechadas para la construcción de habitaciones sencillas en las mismas laderas del cerro (foto 9), con el objeto de procurarse refugio ante las inclemencias del tiempo, probablemente ganaderos cuyos rebaños recorrerían esas zonas para pasto.
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Foto 8 Foto
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Bibliografía
consultada. En Ruta de la Protohistoria, ver:
(003), (004) y (006). Referencias en texto: (r.p.): ruta de la protohistoria.
Acceso.
Es fácil. Pasado el kilómetro 15 de la carretera A-357, dirección Campillos tomamos la salida hacia Teba. Por esta carretera, sin desviarnos, recorreremos unos seis kilómetros. En esa zona aparcarcaremos a la izquierda junto a "el Mesón de Diego" y "Muebles Rafael Palacios". A unos 50 metros a la derecha de la carretera, enfrente, comienza una vereda de tierra que nos llevará directamente al cerro. Hay que ir preparado para una caminata abrupta y a veces comprometida, con zapatos adecuados, protección solar, gorro y líquidos.
Conservación.
Museografía. Didáctica. El yacimiento carece de la más mínima protección contra el vandalismo y sufre de un total abandono por parte de las instituciones. Su potencial arqueológico es enorme, lo que reconocen todos los expertos, aunque esto no haya sido suficiente para lograr su recuperación tanto para la ciencia como para el público. Teba debería sentirse orgullosa de poseer este recinto protohistórico, organizando, en primer lugar, cuadrillas de voluntarios que realicen labores de vigilancia y disponiendo un vallado eficaz, para posteriormente comenzar su excavación, recuperar su planta e ir procediendo a la difusión conforme aquella avance. El voluntariado es fundamental para que todo este proyecto tenga éxito y continuidad en el tiempo. Si se atrae la atención sobre un yacimiento tan llamativo, estaremos poniendo las bases para que se inicie la recuperación de los demás.