Invernadero de la Casa de Espiritualidad Trayamar. Algarrobo-Costa (Algarrobo)

A lo largo del siglo XIX los países que se fueron incorporando a la Revolución Industrial, con el Reino Unido a la cabeza, lograron aplicar una serie de avances técnicos en arquitectura e ingeniería que resultaron ser fundamentales en su rápido desarrollo, y que supieron responder a las masivas necesidades de habitación, transporte y consumo que para un Occidente en constante crecimiento ecónomico devinieron vitales.

La utilización del hierro, imitando el lenguaje clásico en un primer momento, y creando más tarde el suyo, resultado de un proceso de búsqueda de su propia plasticidad, fue uno de los grandes avances que permitió progresos estructurales que hasta ese momento, con la única utilización de la piedra, eran imposibles. No sólo se logran nuevos espacios, sino que su construcción resultaba más económica, por la fabricación en serie de las piezas y la consecuente aceleración del montaje.

A la aplicación del hierro se unieron, ya desde principios del siglo XX, mejoras técnicas en la manufactura del vidrio, lo que facilitó la producción de láminas de mayor tamaño. Ambos materiales se combinaron en arquitectura, todavía dentro de un estilo ecléctico apegado a modelos ochocentistas provenientes de la tradición clásica.

Entre otros se empleó en la construcción de invernaderos, generalmente pabellones de planta rectangular, donde la ligereza del hierro, y la luz que deja pasar el vidrio translúcido, hacían posible una feliz solución para las necesidades de estas instalaciones. Al mismo tiempo que cumplía una función práctica, nacía un nuevo espacio nunca antes sentido. No sólo la vegetación que allí dentro crecía ayudaba a ello, sino el mismo juego de módulos coloreados, perfectamente encajados en la estructura férrica, creaban una ambientación exclusiva muy valorada por la burguesía a lo largo del siglo XIX y parte del XX.

En Málaga hemos visto un ejemplo de invernadero de este tipo en la Hacienda San José. En principio, y a falta de datos que lo puedan confirmar, pensamos que el de la Casa de la Espiritualidad de Trayamar es posterior. Quizá de los años 30 o 40 del siglo XX, a tenor de la edificación que se sitúa cercana y que forma parte del conjunto. Su planta es semicircular, cerrándose mediante una estructura cupular semiesférica, formada por finas barras de metal que lo completan y sirven de marco a las hojas de vidrio de diversos colores que, en su momento, lo cubrirían completamente. Los accesos, de frente plano, forman a partir de lo que sería la línea de imposta un juego de supuestas dovelas a la manera de un arco de medio punto con la misma alternancia, y dos semicírculos menores, a imitación de las estructuras clásicas.

Acceso. Es muy fácil. Entre la autopista AP-7 y la carretera costera N-340, se extiende la MA-103 que une el pueblo de Algarrobo con Algarrobo-Costa. A unos dos kilómetros desde la salida de la autopista, dirección Algarrobo-Costa, os encontraréis a la derecha con el edifico de "CESMA Proyecto Hombre" y unos metros más adelante, a la izquierda, la entrada a la Casa de la Espiritualidad de Trayamar, cerrada mediante puerta corredera, y que también permite el paso a la Necrópolis Fenicia de Trayamar, además de a un vivero. Hay un timbre en la puerta al que deberéis llamar para poder pasar. Es conveniente que previamente os pongáis en contacto con la propiedad en los teléfonos 952 511 353 y 689 24 12 08. El correo es: trayamar@diocesismalaga.es y tienen la siguiente página web.

Conservación. Museografía. Didáctica. En el momento de nuestra visita, el invernadero aparecía abandonado con multitud de láminas de vidrio desaparecidas y la palillería metálica oxidándose. El evidente interés patrimonial de esta estructura arquitectónica nos empuja a animar a sus titulares a que inicien un proceso de recuperación, ya que este tipo de construcciones, no sólo son escasas en nuestra provincia, sino que representan un momento crítico y de transición de enorme importancia en la evolución de la arquitectura, cuando se adoptan nuevos materiales, cuyos alzados imitaron inicialmente las estructuras clásicas, hasta que lograron desarrollar su propio lenguaje, años más tarde.