La construcción de este palacio se inició en la primera década del siglo XVIII para residencia de don Juan Manuel de Colarte y Lila, caballero gaditano (r.p.: 007; pág. 258), prolongándose la misma al menos durante la segunda década (r.p.: 007; pág. 258). Formalmente, como vamos a ir viendo, se corresponde con un período de transición para la arquitectura antequerana, entre el manierismo finisecular que se prolongó hasta bien entrado el siglo XVII, y un barroco de corte clasicista, además de la destacada utilización del ladrillo como elemento decorativo y definitorio de formas de procedencia mudéjar, que impregnaba aún esta arquitectura a principios del XVIII. Del palacio se conservan dos magníficas fachadas, la que da directamente a calle Maderuelos y la de calle Diego Ponce, situada tras un jardín.
Observando ambos paramentos pensaríamos en un primer momento que se trata de construcciones realizadas en distintos períodos artísticos; incluso del portón principal de la calle Maderuelos podríamos concluir lo mismo, a tenor de la diferencia de estilos, pero si atendemos a las dataciones contrastadas mencionadas más arriba, que afirman que, aunque la construcción del palacio duró años, se levantó de forma continuada, debemos inferir que es un claro ejemplo de arquitectura de transición entre un poderoso estilo mudéjar, santo y seña de la arquitectura civil y religiosa española, y la introducción de elementos clásicos provenientes de dos tradiciones: la clásica más estricta, como en los vanos de la fachada de calle Maderuelos, y otra procedente del Manierismo, como el recercado almohadillado del vano situado por encima del acceso principal.
En la fachada de calle Maderuelos la entrada se sitúa a su derecha, fuera de toda axialidad. Consta de planta baja, principal y ático. El acceso es adintelado entre columnas toscanas exentas sobre basamento, y entablamento con escasa decoración: triglifos por encima de las columnas y en la clave, que sostiene un balcón de frente plano con sobria rejería. El vano que da acceso a este, de tipo angular, desarrolla un recercado y dintel almohadillado, entre pilastras lisas, y un entablamento con triglifos y metopas, resultando un conjunto de proporciones menos esbeltas que el inferior, de corte manierista, que recuerda a la arquitectura americana. A la izquierda de esta estructura se abren los vanos: tres por cada nivel. Los dos primeros se recercan completamente con ladrillo y se rematan con frontón triangular, separados por línea de imposta del mismo material. El resultado, sobre todo en la planta baja, donde se destacan los encadenados y cajones lisos, está muy cerca del acervo mudéjar a pesar del uso de elementos clásicos. Los cierres de los vanos se realizan mediante rejería plana, destacando la de la primera planta de tipo jaula. Los del ático son de mucho menor tamaño, aunque regulares, como corresponde a la tradición dieciochesca.
La fachada que da al jardín de calle Diego Ponce es menos "moderna", si entendemos que ambas fueron levantadas durante el mismo proceso constructivo que dio origen al palacio. La utilización en todo el muro del ladrillo formando encadenados, y de cajones de mampostería, además de la inexistencia de elementos decorativos clásicos, la sitúan de lleno en lo mudéjar, que como vemos siguió desarrollándose casi intacto durante las primeras décadas del siglo XVIII. Solo la regular distribución de vanos en dos pisos nos acercan a la vivienda barroca. No debemos olvidar el fantástico muestrario de distintos tipos de rejería en esta fachada. Desde balcones de frente plano a cierres de jaula, además del llamado de tipo preñado, tan característicos de nuestro barroco.
Al interior se accede a través de un amplio zaguán flanqueado por columnas, que da paso a un hermoso patio de claro mudejarismo y triple arquería de arcos rebajados en su lado noreste, con generosa profusión de ladrillos y demás elementos característicos de este estilo. Destaca adosada al muro suroeste una fuente de un solo caño con pileta rectangular y frontis plano con decoración de placa de piedra de formas curvas y mascarón en el centro. Toda ella rodeada por un arco semicircular con frontón partido y pilastras íntegramente de ladrillo. En el centro del frontón se sitúa un escudo.
En el interior se han conservado un buen número de estancias, añadiéndose en un lateral una escalera, ascensor y otras secciones, pero respetando, creemos que en esencia, la distribución original con grandes habitaciones de altos techos y puertas en cada paramento.
En cuanto a los elementos muebles no son muy numerosos, aunque se han preservado puertas y marcos de madera, estos últimos de tipo encadenado, así como chimeneas y alacenas. En algunos techos aún son observables vigas-jácena de madera con sus respectivas zapatas. Los muros, atendiendo a las necesidades de la museografía, se han alisado y pintado en blanco.
El elemento más ricamente decorado es la caja de la escalera, adscribible a la segunda mitad del siglo XVIII, con cúpula sobre pechinas ricamente decoradas con motivos de hojarasca y escudos nobiliarios, así como la imagen de la Virgen del Rosario igualmente decorada con un impresionante marco que combina los mismos motivos de hojarasca policromados y molduraje rectílineo, curvilíneo y placas.
En cuanto al museo, inaugurado hace pocos años, se trata de dar difusión a la rica colección de pinturas de la Diputación de Málaga, que a lo largo de los siglos XIX y XX ha ido acumulando, siempre consecuencia de su interés e iniciativa por dar visibilidad a los artistas malagueños. La consecuencia es este magnífico museo que esperemos gane en actividad y se convierta en un referente cultural tanto de Antequera como de la provincia, al igual que ya lo viene siendo desde hace años el Museo de la Ciudad.
La colección permanente va rotando, proponiéndose para cada ocasión un tema. Asimismo, dispone de salas de exposición temporal, que están dando a conocer a importantes artistas contemporáneos.
Bibliografía
consultada. En Ruta de los Palacios, ver: (007) Abreviaturas: Ruta de los Palacios: (r.p.)
Acceso.
Es muy fácil. Seguiréis por la calle Calzada durante unas decenas de metros y tomaréis la calle Diego Ponce que se encuentra en el cruce con la plaza San Francisco. A la derecha del nº 12 de Diego Ponce se sitúa el actual acceso al museo (anteriormente se hacía por calle Maderuelos). El horario y otros datos los podéis consultar en el siguiente enlace.
Conservación.
Museografía. Didáctica. El edificio ha sido completamente restaurado tanto por fuera como por dentro. Por fuera conserva toda su belleza de principios del siglo XVIII. Por dentro, el acondicionamiento para museo le ha convertido básicamente en un contenedor de obras de arte, reconociendo como positivo el manternimiento de la distribución de las distintas habitaciones, algunos techos y la bella escalera interior, así como otros bienes culturales muebles que quedan del palacio original. Eso sí, bastante escasos. En mi opinión, o falta más patrimonio de este tipo que acondicione mejor las salas, que las hagan más cálidas, con un sentido más atrevido que sepa relacionar una vivienda señorial y burguesa con la obra de vanguardia que la Diputación atesora, y sabemos que en gran número y calidad, o bien intensificamos la parte expositiva, llenándolas más. El palacio de los Colarte, por mucho que pintemos las paredes en blanco no es un contenedor ideal para la obra creativa del siglo XX. No digo que se deba buscar otro edificio, digo que el efecto actual no es atrayente, y es fundamental buscar nuevas museografías que enganchen al público. Por lo demás, no puedo dejar de admirar la colección de obras de arte que la diputación malagueña ha ido adquiriendo a lo largo de muchos años. Me gustaría que en mi próxima visita pudiera ver mucho más, que ese tesoro acumulado me impacte. Tienen el fondo, faltan las formas.