Fue hacia 1785 cuando Miguel de Gálvez encargó la construcción de este templete a Miguel del Castillo, el arquitecto más importante en Málaga a finales del siglo XVIII, que al serlo también de las reales obras, participó en todas laspromovidas por el Estado:
la Aduana, el Acueducto de San Telmo, la Alameda, la Catedral de Málaga,
entre otras. Su estilo es similar al que podemos contemplar tanto en el interior como en la espadaña de la Iglesia de San Jacinto, obra del mismo autor, que participa del clasicismo característico del barroco de finales del siglo XVIII, y que en algunos aspectos precede al neoclasicismo.
La construcción del templete obedece a razones de prestigio social y ostentación que la familia Gálvez habría alcanzado en el pueblo del que eran oriundos, no sólo por sus status social y por los cargos y honores que poseían, que también, sino, y esto es lo más novedoso, por sus iniciativas industriales y urbanísticas, que hicieron posible para Macharaviaya el monopolio de la venta de barajas de cartas a América, con la consiguiente construcción de una Fábrica de Naipes, y la puesta en marcha de las infraestructuras necesarias para que el ingenio funcionase, lo que incluía la traída del agua, el empedramiento de las calles para el transporte de carretas, la mejora de los caminos con Málaga, además de escuelas, lavaderos, una carnicería, etc. Hablamos sólo a nivel local, pero sus logros no se limitaron a este pequeño terruño. Málaga y Andalucía, y en general la España del siglo XVIII, con el rey Carlos III al frente, le deben importantes iniciativas, todas favorecedoras directa o indirectamente del desarrollo económico y de la mejora en la organización del Estado. Ejemplo de lo uno y de lo otro sería su participación en la construcción del Acueducto de San Telmo de Málaga y en la puesta en marcha del Archivo de Indias en Sevilla. La familia Gálvez representa un nuevo tipo de individuo, capaz con su impulso de generar riqueza no basada sólo en la tenencia y explotación de la tierra, consciente de las consecuencias de sus obras y orgullosa de ello, practicando un evergetismo que le procurará fama y más riqueza. Sin duda, una mentalidad ya inserta en el llamado Nuevo Régimen.
El templete responde a una tradición de siglos, que nos remonta al mundo griego y romano, recuperada a partir del período renacentista, y que en España adquiere un importante desarrollo, en parte por la significación de este tipo de monumentos aislados cuyos antecedentes peninsulares podemos enlazar con las propias de los humilladeros y más atrás con las de los morabitos de tradición musulmana. A pesar de estos precedentes, en el templete de los Gálvez debemos descartar cualquier influencia religiosa y derivarlo más hacia la tradición del túmulo o templete que fue muy común en la España de los Austrias, dentro de la llamada arquitectura efímera, como construcción conmemorativa de un acontecimiento, no siempre positivo, pero que se instituyó como forma de exaltación o recuerdo de hechos significativos.
Construido en ladrillo, de planta cuadrada y alzado estrecho y alargado, consta de dos cuerpos. Un basamento inferior, sin decorar a excepción de una placa conmemorativa, y una cornisa con listeles que sirve de base al segundo cuerpo compuesto por cuatro arcos semicirculares, pilastras, entablamento, sección superior a modo de pretil, y cerrando el conjunto un cupulín semicircular. Desconocemos si existen planos con el diseño original, así como sus antecedentes formales directos. No obstante, su relación con el clasicisimo, que surgió a finales del siglo XVIII, como reacción al barroco más orgánico que se practicó en décadas anteriores, lo enmarcan claramente en ese momento de transición hacia una arquitectura despojada de decoración, más de volúmenes, y con elementos decorativos, que aunque escasos, recuperan sus formas primitivas, tras la desintegración formal que habían sufrido hasta ese momento. En algunos países, más intensamente que en España, esta tendencia desembocó en el neoclasicismo, que no debemos olvidar fue el primer estilo historicista del siglo XIX.
Bibliografía
consultada. En Ruta de los Monumentos Públicos, ver:
(001), (002) y (003); panel informativo situado delante del templete.
Acceso.
Es muy fácil. Se ubica en la entrada oeste del pueblo, final de la carretera MA-106 de Benagalbón a Macharaviaya.
Conservación.
Museografía. Didáctica. El estado de conservación es bueno. Ha sido restaurado en los últimos tiempos y urbanizado sus alrededores, de modo que su contemplación resulta cómoda. Posee panel informativo, con un contenido mejorable y algunas erratas, lo que haría conveniente su sustitución. Al situarse en la entrada del pueblo se convierte en un monumento de presentación que invita a conocer el resto del conjunto histórico, recuperado en los últimos años gracias al esfuerzo e iniciativa de los macharatungos.
Ubicación. Coordenadas U.T.M.:
30 S
391383.70 m E
4069189.38 m N
Ubicación en googlemaps©:
Terminado, incorporado a la página y subido a la red el 04/01/2015. nº 147. vec2015©
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