Palacio de los Marqueses de Beniel
Vélez-Málaga (ciudad)
El Palacio de los Marqueses de Beniel se sitúa en pleno núcleo histórico de la ciudad de Vélez-Málaga, constituyendo un magnífico ejemplo de la arquitectura de transición entre el manierismo y el protobarroco, así como de la arquitectura civil del siglo XVII. Fue construido entre 1610 y 1617, gracias al saber hacer del maestro mayor Miguel Delgado (r.p.: 008, pág. 100), por orden del consejero real y comendador de la Orden de Santiago, don Alonso de Molina de Medrano (r.p.: 008, pág. 100). En 1674 lo hereda don Gil Francisco de Molina y Junterón, más tarde primer marqués de Beniel (r.p.: 008, pág. 100). El palacio nunca fue habitado por los marqueses, siendo utilizado como edificio de carácter militar, concretamente residencia de los capitanes generales de la costa del reino de Granada (cart.), hasta que en 1861 fue vendido al Ayuntamiento.
Su planta es trapezoidal con dos niveles iniciales: bajo más uno en los muros laterales, y sendas torrecillas en las esquinas de la fachada, con galería que las une, quedando aquella conformada por bajo más dos.
La fachada participa de elementos manieristas y protobarrocos, y atendiendo a lo temprano de su construcción, el maestro mayor debió estar atento a las novedades que desde hacía apenas dos décadas se estaban produciendo en la arquitectura religiosa en ciudades como Roma. Del mismo modo se utiliza material proveniente de la tradición mudéjar como el ladrillo, y de la gótico-renacentista por las torrecillas de esquina.
La distribución de vanos en este frente, como no podía ser de otra manera, y teniendo en cuenta que su construcción se hizo de nueva planta, sin tener que adaptarse al callejero preexistente, es axial y jerarquizada, formada por tres cuerpos, el central ligeramente retranqueado en relación con los laterales, de tres vanos por cada uno de los dos niveles, exceptuando la galería (foto 1).
El cuerpo central se estructura mediante una gran puerta de acceso y vano superior con balcón, recercados con mármol blanco de Mijas (r.p.: 008, pág. 101), y un desarrollo decorativo esquemático y rectilíneo. Así, la puerta se rodea de molduraje plano enmarcado con listel, entre pilastras cajeadas con placas rectangulares de diversos tamaños que terminan en una ménsula compuesta por un triglifo y ancha voluta, decorados con triples bastoncillos, que sostienen la estrecha meseta también moldurada, que junto con una baranda de rejería plana, forman el balcón, en cuyo vano se repiten los mismos elementos decorativos, excepto el remate que se hace con frontón curvo y estrecho. La amplitud de ambos vanos se correspondería con tendencias protobarrocas, mientras que el tratamiento desarticulado de la decoración se relacionaría con el manierismo.
Los vanos que rodean el acceso principal, a derecha e izquierda, son de gran tamaño, proporcional al conjunto, con recercado ancho y plano con muesca, cierre de rejería en la planta baja, y balcón, más pequeño que el central, en la superior. Los escudos situados a este nivel pertenecen a los de don Alonso de Molina de Medrano (r.p.: 008, pág. 101).
La fachada se remataba con dos torrecillas cuadrangulares abiertas en sus lados mediante ventanas geminadas con arcos de medio punto sobre columnilla de mármol de orden toscano. Los mencionados arcos son de ladrillo con doble arquivolta y resalte de la clave, material que es utilizado mayoritariamente, como hemos dicho, en el resto de la estructura externa edilicia. La construcción de torrecillas en las esquinas de los palacios o de las casas señoriales es una tradición que se remonta al siglo XV, continuó en el XVI y llegó en nuestras tierras hasta bien entrado el XVIII. En relación con estas, en la provincia de Málaga hemos podido estudiar el Hospital Bazán de Marbella de 1568, y para el XVIII el Palacio de Nájera de Antequera. Los cinco arcos entre pilares que las unen, y que parece ser una obra posterior (r.p.: 008, pág. 101), desconociendo cuándo fueron levantadas, cambiaron completamente el aspecto de la fachada, cerrando ese nivel, y creando una galería corrida, cuya tradición, igualmente, se retrotrae a la arquitectura palaciega gótica.
En el lateral del palacio (foto 2), asimismo de ladrillo, se abren vanos de distintos tamaños, dispuestos en dos niveles, separados con ancha imposta, interrumpida por un gran vano central. Los otros vanos, dos más a cada lado del central y en sendos niveles, se cierran con rejerías de jaula, balcones y antepechos, todos con recercados planos y anchos con muesca. La disposición es anticlásica, no por la falta de axialidad, sino por el mencionado gran vano central y la diversidad de tamaños y posición respecto de la imposta del resto de ellos, acercándose a la tradición de las casas barrocas civiles malagueñas, donde la falta de axialidad y regularidad eran muy evidentes.
A través de un zaguán se accede a un interesante patio rectangular (foto 3) con dos niveles de arcos de ladrillo sobre columnas toscanas de mármol. Los arcos, con triple arquivolta, resalte de la clave, y verdugada de ladrillos en el extradós, siguen un ritmo a,b,a, siendo el central o b tendiendo a carpanel, y los laterales o a, a semicirculares. El nivel superior, de menor altura, posee la misma distribución. Ambas galerías o pasillos se articulan en sus esquinas mediante arcos semicirculares de ladrillo.
Entrando al patio a la derecha se abre una gran escalera imperial, cubierta con un artesonado rectangular sobre trompas (foto 4), compuesto por casetones hexagonales, articulados mediante listones que forman estrellas de seis puntas, recuerdo lejano de lo mudéjar, con decoración o gramilado en el papo o base de sogueado. Cada casetón se decora con molduraje y florón igualmente hexagonal. El artesonado de influencia clásica entra en España a finales del siglo XVI, formando parte de la corriente cultural del Renacimiento, produciéndose formas puras de este estilo e hibridaciones con la tradición mudéjar (r.p.: 011, pág. 264).
Bibliografía
consultada. En Ruta de los Palacios (r.p.), ver: (008) y (011). Cartel en la entrada del edificio (cart.).
Acceso.
Es fácil. Se ubica en la plaza Palacio, continuación de la de San Francisco, en pleno centro histórico, muy cerca de la iglesia de San Francisco y del mercado. Puedes acceder, entre otras, por la calle Poeta Joaquín Lobato. Al ser una sede administrativa está abierta de lunes a viernes en horario de oficina. Los sábados por la mañana también es visitable.
Conservación.
Museografía. Didáctica. Patio, escalera y artesonados, se conservan en buen estado. El resto ha sido transformado para oficinas. La caballeriza posterior ha desaparecido. El exterior del edificio no presenta aparentes problemas estructurales, pero sí manchas de humedad en los bajos de la fachada principal y laterales.