El Burgo conserva entre su caserío más antiguo restos de lo que fue su castillo, también llamado Castillo de Miraflores, y que como muchos en nuestra provincia han sufrido a través de la historia un largo proceso de destrucción que lo ha dejado en el estado en el que se nos muestra.No fue un recinto pequeño, a tenor del perímetro que podemos dibujar cuando unimos con una línea imaginaria los restos visibles (fotos 1 y 5).
Su ubicación aprovecha claramente las escarpadas laderas que limitan por el norte, este y sur al actual núcleo urbano (foto 1), siendo la zona peor defendible, por encontrarse en llano, la ubicada al oeste. La posición geográfica queda justificada por situarse estratégicamente entre el camino hacia Ronda y la sierra de las Nieves y el valle del Guadalhorce.
Según Juan Espinosa Macías, el castillo disponía de 12 torres de distintas secciones y medidas.
Los restos de estas, además de los lienzos de muralla que han llegado hasta nosotros, revelan que fueron objeto de continuas reconstrucciones y reparaciones. Efectivamente, todos los castillos medievales que hemos ido estudiando en nuestra página han sufrido un proceso similar. En este de El Burgo podemos ver secciones con sillarejo más o menos horizontal, siempre de buenas dimensiones (foto 3), o bien dispuesto linealmente entre verdugadas de ladrillo (foto 2). A veces las esquinas se refuerzan con sillares. La alternancia entre sillarejo y ladrillo la hemos observado tanto en el castillo de Comares, como en el de Almogía, levantados entre los siglos XIII y XV.
Del mismo modo contemplamos dos tipos de torres: semicircular y cuadrangular. De la primera solo resta un ejemplar (foto 4), por lo que podríamos inferir que fueron sometidas a un rediseño similar a las torres de la muralla de la ciudad de Málaga, donde las más antiguas eran semicirculares y posteriormente se revistieron transformándose en cuadrangulares.
De las que nosotros pudimos ver en El Burgo hemos contabilizado tres, aunque supongo que alguna más habrá oculta por el caserío actual. Ejemplo análogo entre ambos conjuntos defensivos lo tenemos en la Muralla Musulmana Marítima del Rectorado de Málaga, con parecidos sistemas constructivos.
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Acceso.
Es muy fácil. Si entras por la carretera de Yunquera, una vez el pueblo de El Burgo esté a la vista, podrás descubrir los vestigios del castillo que se extienden por su ladera sureste, en parte bajo la iglesia, y por la suroeste. Para contemplarlos más de cerca puedes hacer lo siguiente: te sitúas de espaldas a la iglesia en la plaza de la Villa (en un extremo del acceso suroeste del templo se pueden ver restos). A su izquierda comienza la calle Calzada, que a unos metros dobla hacia la derecha donde encontrarás una torre semicircular y un poco más adelante un gran lienzo de muralla. Sigues y giras por la primera a la derecha, llamada calle Porrillo. A escasos metros también a la derecha hay un parque. Al fondo de este, en una parte del muro que limita el recinto, se vislumbra mampostería de distinto tipo. Volvemos a la calle Porrillo, en la misma dirección que habíamos tomado anteriormente, y a pocos metros nos topamos con un ensanchamiento resultado del encuentro de varias vías. A la derecha se puede ver, detrás de unas viviendas, una torre cuadrangular.
Estas serían todos las huellas visibles en el interior del pueblo que he podido localizar.
En cuanto a las que mencioné en primer lugar, observables desde la carretera general, podemos acercarnos de la siguiente manera: la paralela a calle Porrillo a su izquierda (sentido este) se llama calle Parras. La tomas y te encontrarás con la casi circular plaza de Arriba. Sales por calle Botica e inmediatamente a la izquierda entras en la calle Casas Largas (dirección este). Unos metros más adelante, a partir de la primera salida a la derecha, rodearás el pueblo por abajo, donde podrás contemplar los restos más extensos del castillo que quedan situados en la ladera orientada al sureste y al suroeste.
Museografía.
Conservación. Didáctica. La conservación es desigual. Algunos lienzos se están descarnando y otros ofrecen un aspecto bastante sólido. Parece evidente que hay que actuar sobre ellos. Asimismo, la difusión es un aspecto manifiestamente mejorable. Las indicaciones sobre las calles donde se pueden ver muros son escasas y faltan señales direccionales realmente útiles. Hay paramentos no visibles ocultos tras viviendas a los que se debería dar la oportunidad de poder ser visitados, así como estructuras pertenecientes a la fortaleza que se encuentran en el interior de aquellas. Por tanto, además de las labores de restauración, habría que mejorar la difusión, así como crear un voluntariado formado por los vecinos directamente relacionados con este patrimonio, que hagan de la visita al lugar una experiencia más enriquecedora.