La
iglesia que hoy contemplamos (foto 1), situada
en la margen derecha del río Guadalmedina, es el resultado de
una larga historia, desgraciada en muchas ocasiones, y que comenzó
en 1489 con la entrega a la orden dominicana, a instancias de los Reyes
Católicos, de unos terrenos y de la Ermita de Santa María
de las Huertas en la zona alta del barrio de El Perchel, conocido
en época musulmana como arrabal de Attabanim. Allí
se construyó el convento, agrandándose la ermita en 1495.
Pronto el espacio quedó pequeño y a principios del siglo
XVI se amplía el convento, convirtiéndose la ermita en
una iglesia de tres naves de estilo gótico-mudéjar. A
lo largo del siglo XVII sufrió varias inundaciones, debido a
su cercanía con el río, lo que obligó a que durante
el final de ese siglo y comienzos del siguiente se llevasen a cabo una
serie de reconstrucciones que le confirieron un aspecto barroco, cubriéndose
la armadura mudéjar de la nave central con una bóveda
de medio cañón y adornándose con yeserías
barrocas. En 1769 se vio afectada por nuevas inundaciones. Más tarde,
la canalla francesa (término utilizado por Benito Pérez
Galdós en sus Episodios Nacionales para designar al
ejército napoleónico) saqueó el convento destruyendo
su vasta e importantísima biblioteca. En 1835 fue desamortizado,
lo que posiblemente equivalió a ser expoliado sin control, comenzando
entonces el lento pero inexorable derribo del convento, cuyos terrenos
fueron parcelados, manteniéndose la iglesia para el culto. Hubo
nuevas inundaciones en 1907, pero el hecho más importante durante
el siglo XX fue su práctica destrucción en 1931 a causa
de un incendio provocado por el odio. En este estado quedó cuando
estalló la Guerra Civil donde volvió a sufrir nuevas pérdidas
sobre todo en archivos y documentos. Tras la guerra, su restauración
fue llevada a mediados del siglo XX a través del programa estatal
de Regiones Devastadas bajo la dirección del arquitecto
Enrique
Atencia, parece ser que de una manera bastante fiel al original
barroco. Pero las destrucciones continuaron. Así, a finales de
los años 90 se derribó la fachada del antiguo convento,
que formaba ángulo con la iglesia en su lado sur, para dar satisfacción
a las necesidades de alguna cofradía. En 2003 se hizo una
rehabilitación integral que ha puesto al descubierto un paramento
pintado del que más abajo hablaremos.
El
exterior se articula mediante distintos volúmenes
añadidos a lo largo de los siglos, como entre otros, la ampliación
de las capillas del lado de la Epístola que proyectan en conjunto
un amplio perímetro que oculta casi por completo el del
propio templo (foto 2). En su frío y poco
acogedor entorno urbano, aún son perceptibles al otro lado del río
las torres de San Juan
y la Catedral (foto
3).
La fachada
de los pies es adintelada, flanqueada por dobles semicolumnas corintias
sobre pilastras (foto 4), entre cuyos intercolumnios
quedan restos muy deteriorados de la primitiva decoración escultórica,
ralizada en piedra arenisca (foto 5). Las mencionadas
columnas sostienen un sencillo entablamento, sobre el que se dispone en
el centro una moldura con forma de arco conopial, volutas y remate con un
pequeño frontón triangular con funciones meramente decorativas
y por último una cruz. Sobre esta se abre un óculo
a modo de vano coral. A ambos lados del entablamento se disponen dos frontones
triangulares sobre pequeñas pilastras toscanas acanaladas y en su
centro la cruz de la Orden de los Dominicos.

Foto 3
Foto 4
Foto 5
El
exterior del camarín del Cristo de la Buena Muerte,
forma parte del conjunto de construcciones del lado de la Epístola
antes comentadas, y que le dan al monumento un aspecto icónico
inconfundible (foto 2). Se trata de una estructura
vertical de planta octogonal dividida en tres niveles (mucho mayor el
primero que el segundo, y este que el tercero), separados por
molduraje arquitrabado, más volado el del segundo cuerpo. Cada
nivel se articula mediante pilastras cajeadas, dobles en el primer cuerpo,
y única en chaflán para el segundo y tercer cuerpo. Todos
estos motivos se siluetean con rojo almagra (foto 6),
incluídas las placas del primer cuerpo y las del segundo, aunque
estas últimas poseen decoración con motivos vegetales
de clara inspiración dieciochesca (foto 7).
El resultado es una torre en la que el color juega un importante papel,
con una bicromía donde el mencionado rojo contrasta con el fondo
ocre general (foto 8). Entre la
arriba comentada fachada de los pies y el camarín se ha recuperado
recientemente dibujo de cantería que adornaba el muro (foto
9).

Foto 7 Foto
8
Foto 9
Otro
de los elementos que identifican el exterior de la iglesia por este lado
de la Epístola, lo constituye la capilla callejera de la
Virgen de los Dolores o Dolores del Puente cuya
construcción data de 1928, donde se devociona la imagen, tradición
que se remonta hasta 1746 cuando un rosario nocturno recogía limosna
para los enfermos de tiña, aunque al principio el espacio devocional
se ubicaba junto a la plaza de Arriola. La capilla está construida
de ladrillo, excepto las enjutas que se revocan, constando de arco de medio
punto entre pilastras cajeadas, placas, arquitrabe y frontón partido,
entre cuyos aleros se sitúa una espadaña con la figura de
Santo Domingo en el centro (foto 10). El interior
de la capilla tiene planta rectangular con cubierta abovedada. En un retablo-hornacina
bicolor, dorado y rojo, de estilo entre neobarroco y neoclásico (foto
11) se exhibe esta Virgen que data de la primera mitad del
siglo XVIII, (foto 12) atribuyéndose a
Pedro
Asensio de la Cerda. Junto a la capilla se disponen azulejos protegidos
con guardapolvos de teja, realizados en Sevilla que representan sendas imágenes
devocionales del Cristo y la Virgen de la Esperanza desaparecidas en 1931
(foto 13). Más azulejos decoran el muro
como el que representa el escudo de España y otro con motivos vegetales
haciendo esquina.
Del exterior
de las naves del templo destacan los grandes vanos rectangulares de la central
(foto 1), que asoman tras, entre otras, las construcciones
arriba descritas (foto 2). Lo que sí emerge
clara y poderosamente es el volumen cuadrangular que alberga el presbiterio
(foto 14), construido con cadenas y verdugadas
de ladrillos, entre cajones de mampostería, de clara tradición mudéjar, masa que en parte se
aligera mediante dos grandes vanos uno de ellos cegado (foto
15), y sobre la que se dispone una gran espadaña
también de ladrillo, situada sobre el lado izquierdo del mencionado
presbiterio, con frontón triangular sobre doble arquería de
medio punto (foto 16).

Foto 11 Foto
12
Foto 13

Foto 14 Foto
15 Foto
16
Interior.
La iglesia presenta tres naves separadas por cuatro arcos
de medio punto a cada lado sobre pilares, con molduraje en la línea
de imposta, siendo más ancha y alta la central que las laterales,
y de proporcionada longitud (foto 17). Estos pilares
se decoran mediante pilastras cajeadas con capitel corintio y entablamento
con canecillos de hojarasca en la cornisa (foto 18).
La fábrica de la bóveda es de medio cañón rebajado,
con lunetos, arcos fajones y molduraje mixtilíneo, además
de medallones centrales con motivos vegetales (foto 19).
En la actualidad todos estos motivos decorativos están pintados de
dorado. Las naves laterales se cubren mediante casquetes esféricos
sobre pechinas, algunos de gran riqueza decorativa, como el que se sitúa
entre la capilla de la Virgen del Rosario y la de Jesús Nazareno
(foto 20), articulándose entre sí
mediante arcos de medio punto. Otros son más sencillos, posiblemente
resultado de las restauraciones que se llevaron a cabo a mediados del siglo
XX por el arquitecto Enrique Atencia.

Foto 18 Foto
19 Foto
20
Al
presbiterio (foto 21) se accede
mediante un gran arco triunfal de medio punto (foto 22).
Su planta es cuadrangular, distinguiéndose por su elevada altura
y elegante utilización de elementos decorativos, dentro de la tradición
dieciochesca, pero sin excesos y con un prudente uso de los colores. Cierra
el conjunto una espectacular cúpula semiesférica decorada
con medallón central de hojarasca y ocho nervios planos cajeados
con plementería de molduraje quebrado, sobre pechinas de desbordante
ornamentación vegetal sostenidas por angelotes y en el centro medallones
decorados con escudos y la cruz de los dominicos, compuesta por una flor
de lis de color blanco y negro, alusivo a su hábito
(foto 23). Desde la base de las pechinas una gran
cornisa con canecillos de hojarasca articula y separa este espacio de la
parte inferior donde en su momento existió un barroco retablo. Entre
la mencionada cornisa y la cúpula se disponen dos grandes vanos,
uno de ellos cegado, aunque el restante permite una rica iluminación
del presbiterio. Estos vanos también se decoran con clásica
decoración dieciochesca de hojarasca y rocalla. Debajo de la cornisa,
a derecha e izquierda cuelgan dos grandes lienzos con el tema de la Anunciación
y el Milagro de los panes y los peces, copia de Murillo, de 1958, decorados
con un imponente marco, y en su parte superior con angelotes, medallones
y hojarasca (foto 24). Al fondo, un emocionante
Crucificado, realizado por Francisco Sánchez Ramos entre 1959 y 1960.
A destacar por último, el púlpito de ágata del siglo
XVIII (foto 25).
La entrada principal
se sitúa en los pies, a la que se accede a través de un sencillo
cancel (foto 26), dando paso a un espacio acotado
en altura por el coro, de base plana y bordes en cuarto
de esfera, que presenta un perfil y barandilla mixtilíneo muy dentro
de la estética del siglo XVIII (foto 27).

Foto 22 Foto
23
Foto 24

Foto 25 Foto
26 Foto
27
A
la nave de la Epístola (la derecha con orientación
desde los pies del templo) se adosan varias capillas.
Junto al presbiterio
se sitúa la Capilla de la Virgen del Rosario, de
la que quedan suficientes elementos para imaginar la gran riqueza patrimonial
que llegó a poseer, como todas las dedicadas a esta advocación
en las iglesias de dominicos (foto 28). Aunque
sabemos que ya existía a mediados del siglo XVI, sólo conservamos
algunas piezas pertenecientes al XVIII como el arco de entrada con yeserías,
las jambas con mármoles de diferentes colores (foto 29),
las mesas de altar (foto 30) y hornacinas, de
ágata, jaspe y mármol blanco y un púlpito también
realizado en ágata. El hermoso retablo situado al fondo está
realizado en escayola y es de reciente factura (foto 31),
del mismo modo que las distintas figuras de bulto redondo que adornan la
capilla.

Foto 29 Foto
30 Foto
31

La
Capilla de la Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús
Nazareno del Paso y de la Virgen de la Esperanza. De ella se tienen
noticias desde el siglo XVI. En la actualidad, su aspecto corresponde a
la remodelación realizada a comienzos del siglo XX que la transformó
en capilla de estilo cercano al románico, donde se muestra un gran
arco de medio punto en el centro de la composición, eje de cualquier
posible programa pictórico o escultórico (foto
32). En la actualidad la capilla se encuentra muy desornamentada,
aunque sabemos que sus titulares, que ocupan una iglesia próxima,
trasladaron a esta un conjunto de pinturas al fresco con temas pasionales,
realizados por el artista granadino Miguel
Rodríguez Acosta en 1961.
La siguiente
capilla es la de la Virgen de Fátima, en la que
se sitúa un retablo-hornacina neobarroco compuesto por una calle,
sendos aletones en los extremos y ático. La hornacina alberga la
figura de bulto redondo de la Virgen. Otras figuras santas adornan el resto
de la composición. A destacar las dobles columnas salomónicas
y el frontón partido que enmarcan la hornacina (foto
33). Los muros laterales se cubren con óleos del artista
malagueño José
Antonio Jiménez Muñoz.

La
Capilla de la Hermandad del Cristo de la Humillación y del
Perdón y María Santísima de la Estrella, destaca
tanto por la hermosa rejería que la cierra, como por los
dorados retablos-hornacina y esculturas que la adornan. El más interesante
es el retablo central donde en su hornacina se ubica el Cristo de la Humillación,
realizado en 1941 por Francisco
Palma Burgos. Posee frontón partido sobre entablamento, sendas
columnas acanaladas con capitel compuesto y zócalo. En el centro
del mencionado frontón se eleva una hornacina de fondo plano entre
columnas de capitel compuesto y frontón curvo de color ocre que contrasta
favorablemente con el dorado del retablo (foto 34).
En el retablo izquierdo se alza la figura de la Virgen de la Estrella, obra
anónima del círculo antequerano del siglo XVIII. La capilla
se cubre mediante cúpula semiesférica y linterna sobre pechinas,
con molduraje, decoración vegetal y emblemas dominicos, en un conjunto
plenamente dieciochesco de equilibrada composición (foto
35).
La
capilla más cercana a los pies es la Pontificia Congregación
del Cristo de la Buena Muerte y Ánimas y Nuestra Señora de
la Soledad. Tras una impresionante reja, digna continuadora de
la gran tradición española del modelado del hierro (foto
36), se encuentra más que una capilla, una especie
de sala palaciega, tal es su grandiosidad, riqueza y a la vez austeridad
para con el empleo de los mármoles, con tonos predominantes como
el negro, gris, rosa y ocre, además de las aplicaciones en bronce
(foto 37). Posee planta cuadrada cubierta con
una majestuosa bóveda semiesférica rebajada sobre pechinas,
culminada con linterna (foto 38), y al fondo un
camarín octogonal. Toda esta decoración es moderna, de hacia
1940. En esta capilla reciben culto los titulares de la conocida como Cofradía
de Mena: El Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, de 1941, del
escultor malagueño Francisco Palma Burgos, réplica del Crucificado
de Pedro
de Mena que aquí se veneraba y que desapareció en los
sucesos de 1931. La Virgen de la Soledad es anónima del círculo
antequerano, de la segunda mitad del siglo XVIII, y la Magdalena a los pies
del Crucificado, es asimismo de Francisco Palma.

Foto 37 Foto
38
Estas
son las capillas del lado del Evangelio:
La antigua Capilla
del Cristo de la Cabrilla, situada en el lado del Evangelio, ha
sido restaurada por la reorganizada Cofradía del Cristo del Perdón
y la Virgen de los Dolores (del Puente de Santo Domingo). Es la capilla
con la decoración más rica y elaborada de todo el templo.
El origen de esta riqueza se retrotae hasta el siglo XVIII. Su planta es
rectangular, cubierta con casquete oval, sobre pechinas, con linterna en
la clave y nervios cajeados con óvalos y relieves en los plementos
(foto 39). En el arco de acceso (foto
40) presenta hojarasca y querubines (foto 41),
y en su clave, entre dos putti, el escudo de los dominicos flanqueado
por dos lebreles con la antorcha en la boca, atributo de Santo Domingo.
En el interior se ha conservado la primitiva decoración repleta de
carnosa hojarasca, angelitos, relieves, más rica en colores que la
del presbiterio, y con una gran capacidad para provocar en el visitante
el efecto sorpresa, donde la variedad en los detalles y las formas estimulan
una continúa búsqueda de distintos rincones plásticos.
El fondo se decora con un retablo-hornacina articulado por estípites
donde se sitúan esculturas de bulto redondo como la Virgen de los
Dolores, titular de la cofradía, escultura de candelero de Pedro
Asensio de la Cerda (1740-1746). Acompañan a la Virgen otras esculturas
recientemente bendecidas como la nueva imagen del Cristo del Perdón,
del escultor Suso
de Marcos, quien también ha ejecutado la figura de San Juan Evangelista
(foto 42).

Foto 40 Foto
41 Foto
42
Junto
a esta capilla se encontraba la puerta que comunicaba el templo
con el desaparecido convento. En la actualidad está tapiada,
añadiéndose desde hace poco un vano semicircular decorado
con vidriera que representa una alegoría del Espíritu Santo
y el escudo de la Orden de los Dominicos (foto 44).
A su lado se continúan una serie de tres capillas, de escaso fondo.
La primera es la Capilla de la Inmaculada, decorada con
retablo y mesa de altar en madera con relieves del siglo XX (foto
45). La siguiente es la Capilla de la Sagrada Familia,
con representaciones dispuestas sobre repisas de José, María,
Jesús, el Sagrado Corazón y Nuestra Señora de Coromoto
(foto 43), todas de reciente creación pero
de buena calidad. En la última capilla cuelga un óleo sobre el Bautismo
de Jesús en el Jordán, obra del siglo XX del pintor sacerdote
Diego
Ernesto Wilson Plata (foto 46).

Foto 44 Foto
45 Foto
46
La
actual Sacristía, que se encuentra tras la cabecera,
es una estancia de interesante diseño. Su plano es rectangular y
de lados achaflanados, formando un octógono. Se cubre, no a demasiada
altura, mediante dos pares de nervios cajeados que parten de sus chaflanes
para unirse en el centro, decorándose con motivos dieciochescos y
rematados con pinjante (foto 47). Los plementos
se cubren con pinturas de escudos y emblemas dominicos entre moldurajes
mixtilíneos ajustados al hueco (foto 48).
El resultado es una estructura atrevida, que parece flotar sobre los paramentos
que la sostienen sin que en ningún momento se rompa la sensación
de horizontalidad (foto 49). Destacables, de igual
modo, dos lienzos que representan a San Pedro y San Pablo, de medio cuerpo,
obras del círculo valenciano del siglo XVII.
Hay otra sala
que debía ser la capitular o primitiva sacristia,
de planta rectangular y cubierta abovedada, que conserva restos de pinturas
murales.
Por último
destacar los restos del convento, situados en el patio
trasero, donde son visibles los sistemas de construcción utilizados,
como el ladrillo, con sus encandenados, verdugadas, correspondientes arcos
de descarga, cajones de mampostería, así como algunos vanos
y muros más o menos conservados de clara tradición mudéjar (foto 50).

Foto 48 Foto
49 Foto
50
Bibliografía
consultada. En
Ruta de las Iglesias y Conventos, ver:
(002), (009), (011) y (019), y
en Ruta de las Casas Pintadas
ver: (001) y (002);
Boletín Oficial de la Junta de Andalucía. Decreto 75/1998,
de 24 de Marzo por el que se declara Bien
de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, la
Iglesia del Convento de Santo Domingo, en el Barrio del Perchel (Málaga).
Para informaros del estado de sus capillas antes de 1931 consultad este
artículo de José
Miguel Morales Folguera.
Acceso.
El acceso es muy fácil. Se ubica en c/ Cerrojo, 1, en el margen derecho
del río Guadalmedina. Sus horarios de misa son: INVIERNO:
Diario (lunes no): 19 h. Festivos: 11 h. Los martes, miércoles, jueves
y viernes de Octubre a Mayo se puede visitar el templo de 17 a 19 h. VERANO:
Diario (lunes no): 19.30 h. Domingos y festivos: 11 h. Los martes, miércoles,
jueves y viernes de Junio a Septiembre se puede visitar el templo de 18
a 19,30 h. Para aseguraros una visita provechosa llamad antes al 952307043.
El correo es: domingomalaga@diocesismalaga.es.
Conservación.
Museografía. Didáctica. La larga historia de esta
iglesia y su desaparecido convento no dejan de tener un aire melancólico,
de pérdida irremisible de algo que fue maravilloso. Pero nos ha llegado
como hoy lo vemos. Sus transformaciones para bien o para mal y sus destrucciones
y reconstrucciones han configurado su aspecto actual. Pero en fin, ahí está, vivo y útil para muchos de los
que se ocupan de su cuidado y engalanamiento. No podemos por más
que decir lo que llevamos pensando desde hace tiempo. Un edificio útil
vivirá más que uno abandonado. Y eso a pesar de los riesgos
que suponen el uso continuo y los criterios aplicados en reformas, restauraciones
y rehabilitaciones, a veces exóticos. Sólo echamos
de menos cartelas informativas sobre las capillas y el edificio en general,
sobre todo en aspectos patrimoniales.
Ubicación.
Coordenadas U.T.M.:
30 S
372649.79 m E
4064723.96 m N
Ubicación en
googlemaps©:

Terminado, incorporado a la página y subido a la red el: 11/08/2014. nº 121. vec2014©
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