Palacio de la Aduana.
Museo de Málaga
Málaga (ciudad)
El palacio de la Aduana fue un proyecto de la ciudad de finales del siglo XVIII, cuyas dimensiones, diseño y representatividad dan idea de la importancia económica de Málaga durante ese siglo (fotos 1 a 6), y que siguió siéndolo, y aún más, durante el siguiente.
Situada junto al puerto, vino a sustituir a la antigua aduana de Puerta del Mar, insuficiente dado el incremento del comercio (r.p. 004, pág: 236).
El proyecto fue realizado en 1788 por el arquitecto Manuel Martín Rodríguez (1751-1823). Estilísticamente debe insertarse en el barroco clasicista (r.p. 004, pág: 236), final de un largo ciclo artístico que pronto daría paso al Neoclasicismo. Las obras, promovidas por el Consulado Marítimo y Terrestre, terminaron en 1829 tras una interrupción debida a la Guerra de la Independencia (r.p. 004, pág: 236).
A pesar de la finalidad comercial y fiscal de su construcción, el primer destino que tuvieron sus salas, sin duda aprovechando las grandes dimensiones de estas, fue el de fábrica de tabaco (r.p. 004, pág: 236), reconvirtiéndose en aduana a partir de 1839 (r.p. 004, pág: 236). Posteriormente albergó la sede de la Diputación Provincial, del Gobierno Civil y comisaría de policía (r.p. 004, pág: 236).
Tras varios años cerrado y otros más en obras, en 2016 fue reabierto y destinado a su nueva función de contenedor del llamado Museo de Málaga, para exposición permanente de las bellas artes: pintura y escultura fundamentalmente, y de arqueología. De todo ello hablaremos un poco más abajo.
En planta, el edificio es un gran cuadrado, uno de los de mayores dimensiones de nuestro pasado patrimonial, con un patio interior.
En alzado, el arquitecto Manuel Martín Rodríguez utilizó elementos de la arquitectura italiana renacentista y manierista, como la inexistencia de intercolumnio entre los vanos y el almohadillado de la planta baja, y de un barroco clasicista que se acerca al neoclasicismo pero sin asumirlo. Así, la escasa decoración de los vanos y sobre todo el juego de leves retranqueos de los muros que podríamos resumir en: A-B-A'-B-A, siendo B la sección retranqueada, y limitándose A y A' por cadenas de sillares almohadillados (foto 2). Además, la separación formal entre la planta baja y las superiores lo acercan a soluciones del ochocientos (fotos 1 a 3).
Cada uno de los niveles consta de 13 vanos por lado, dispuestos con regularidad y axialidad. El inferior se almohadilla completamente, decorándose los tres vanos centrales con destacados frontones: curvo, triangular y curvo, y pilastras cajeadas muy esquemáticas (foto 3). Los vanos que hacen esquina también se decoran con frontones triangulares. Los restantes quedan completamente rodeados por el almohadillado. Los accesos se sitúan en los lados suroeste (foto 1) y noroeste, cada uno con una gran puerta de doble hoja y remate semicircular, igualmente recercado por el mencionado almohadillado. El situado al suroeste posee en el primer nivel un amplio balcón balaustrado colocado en 1862 con motivo de la visita de la reina Isabel II (r.p. 004, pág: 237). Por encima, una ancha y plana cornisa lo separa de los dos pisos superiores, que siguen para el primero el mismo esquema de frontones al destacar los vanos centrales y laterales aunque más simplificados, limitándolos con cadena de sillares en las esquinas, y sobredintel con recercado moldurado con muesca para el resto. En el segundo piso se destacan los vanos centrales y laterales con sobredintel y el resto se recerca con molduraje.
El ático queda separado de los niveles inferiores por una imposta menos ancha que la del piso inferior, con vanos mucho más pequeños con recercado plano y sin diferenciación formal entre ellos. El conjunto se remata con un friso de dados y una cornisa de considerable relieve que enmarca perfectamente el conjunto. Originalmente el edificio se cerraba con un tejado a doble agua, que quedó destruido en el incendio de 1922, siendo sustituido posteriormente por un terrado. El tejado actual es obra de hace pocos años formando parte del proyecto de readaptación del edificio para museo. Una vez en el interior de la planta baja nos damos cuenta de la enorme disposición de espacio que tenía el palacio, ya que todo ese nivel se articula a través de un doble abovedamiento sostenido por pilares (foto 4).
Otro elemento importante de este nivel es la escalera de doble vuelta (foto 6), a la que se accede a través de la entrada noroeste, que le da al espacio un innegable empaque palacial. Desde un gran rellano parten dos escaleras enfrentadas que llevan al mismo distribuidor superior. A pesar de ser el lugar más ennoblecido del palacio, la reconversión en museo ha cubierto con placas blancas buena parte de los dos pisos, perdiéndose cualquier referencia a su origen.
El patio consta de dos niveles, rodeándose ambos de arquería semicircular por sus cuatro lados, sostenida por pilares (foto 5). El superior tiene balaustrada. Por encima se dispone un corredor abierto igualmente con balaustrada, y bustos escultóricos sobre machones. En general, el aspecto es sobrio pero majestuoso, alejado de cualquier solución barroquizante.
El actual Museo de Málaga, fue inaugurado en 2016, aunque este ya había tenido una larga historia museográfica, pasando a lo largo del siglo XX por diversos contenedores. Esperemos que este sea el último.
Sus colecciones se dividen en dos grandes grupos: bellas artes (escultura y sobre todo pintura) y arqueológico (desde la prehistoria hasta al-Ándalus), siempre dentro del ámbito provincial. Desconocemos porqué en este último apartado no se ha incluido la Edad Moderna, aún sabiendo que el museo posee en sus almacenes (de hecho expuesto en el almacén visitable) numeroso e importante patrimonio sobre este período histórico, fundamental para entender nuestro presente.
Las bellas artes se exponen en la primera planta donde nada más entrar nos encontramos con patrimonio de tradición mudéjar como por ejemplo una sección de una techumbre de madera: rueda de lazo del almizate y un faldón, además de la copa de una pila bautismal de cerámica verde vidriada similar a la que estudiamos en el Santuario de la Virgen de Gracia de Archidona. A continuación pinturas y esculturas de la escuela barroca española: Ribera, Murillo, Luis de Morales, Pedro de Mena y otros, algunos son préstamos del Museo del Prado. Rápidamente pasamos al siglo XIX y primera mitad del siglo XX, que componen el grueso de la colección. Las salas, de diversos colores con elevados paneles de separación sobre pequeñas patas, se organizan cronológicamente por temas, escuelas y artistas (fotos 7 y 8).
Así tenemos salas del siglo XIX dedicadas a los paisajistas, pintores de marinas, de vistas venecianas, de costumbres, retratistas, otra dedicada a Bernardo Ferrándiz (1835 - 1885) (foto 8) y su influencia en la escuela malagueña, los academicistas y la confluencia de estilos, Joaquín Martínez de la Vega (1846 - 1905), Antonio Muñoz Degrain (1840 - 1924), paisajistas finiseculares, José Moreno Carbonero (1860 - 1942), retratistas del siglo XX, pinturas para concursos, realismo, Enrique Simonet (1866 - 1927) (foto 7), simbolismo y modernismo: Pedro Sáenz (1863 - 1927), José Moreno Villa (1887 - 1955) y las nuevas corrientes, sala dedicada a las vanguardias malagueñas, a los años 70 y 80, a grabados de Picasso, sala de dibujo sobre papel y obra gráfica; a la historia de las colecciones y el museo hasta llegar al actual; además de montajes sobre el equipo de un pintor de entresiglos al aire libre (foto 9) y otro en su estudio.
La arqueología se expone en la segunda planta, estando directamente relacionada con los yacimientos de Málaga y su provincia. La exposición museográfica se inicia con una mención especial a la colección loringiana mediante un gran panel, pequeñas esculturas romanas de bulto redondo y un video en el que se explica el origen de la colección, de la que podéis obtener más información consultando nuestra ficha sobre el Museo Loringiano situado en el jardín de la Concepción. Detrás, en el distribuidor de la gran escalera se encuentra el mejor conjunto escultórico del museo, piezas romanas que estaban expuestas a la intemperie en el mencionado jardín: matronas sedentes, togado, sarcófagos, epitafios... y que han sido restauradas (foto 10), a las que se le han añadido una colección de cabezas de bulto redondo pertenecientes a la misma civilización.
Un poco más adelante comienzan las salas específicas dedicadas a la arqueología, con disposición cronológica y llegando hasta al-Ándalus, aunque, repetimos, desconocemos las razones que han llevado a los responsables a no incluir el patrimonio de los siglos XVI en adelante.
La información se organiza hasta los fenicios por medio de vitrinas en forma de L o U, donde se expone el material de los grandes períodos culturales, incluyendo información escrita, fotografías, maquetas..., destacándose en pequeñas vitrinas y espacios únicos piezas especialmente importantes como la Tumba del Guerrero, o plásticamente significativas. Así, comienza con la prehistoria y el megalitismo (foto 11), edad del cobre, bronce, íberos y fenicios.
También destacan los grandes paneles cronológicos y de situación geográfica, un montaje escenográfico donde nos introducimos en un pasillo oscuro con imágenes, que simula ser una cueva, paneles sobre la historia de los grandes yacimientos como los dólmenes de Antequera, la necropolis de Alcaide, el pasado fenicio, y personajes que fueron decisivos para su descubrimiento o estudio.
A Roma se le dedica mucho más espacio y una exposición más abierta, con todo tipo de materiales patrimoniales de gran riqueza y variedad como mosaicos de diversos tamaños, esculturas, relieves, ánforas, cerámicas, material de uso cotidiano, epígrafes.... Continúa con una breve exposición y material del período visigodo y por último una extensa recopilación de patrimonio procedente de al-Ándalus con numerosas e importantes piezas (foto 12).
Aprovechando la anchura del palacio, en la planta baja se ha dispuesto un almacén visitable de grandes dimensiones con material representativo de todos los períodos culturales (foto 13), organizándose por medio de sólidas y amplias vitrinas, grandes tableros de madera, colgando de las paredes, etc. Así, de Roma podemos contemplar esculturas, capiteles, columnas, basas, estelas, mosaicos, ánforas...; piezas decorativas nazaríes; escultura cristiana medieval; de la Edad Moderna maquetas de la catedral, diverso mobiliario, sarcófagos, escultura barroca de madera de bulto redondo, espejos, etc. Por último destaca una habitación donde los bienes se conservan en muebles vitrina cerrados con puertas de cristal y cajones de madera en la parte inferior: bustos romanos, cerámica andalusí, cristiana. Al abrir los mencionados cajones se puede ver cómo se almacenan cierto tipo de piezas, encajándose en un hueco dispuesto especialmente para cada una de ellas.
Bibliografía
consultada. En Ruta de los Palacios (r.p.), ver: (004)
Acceso.
Es muy fácil. Se encuentra a mediados del Parque en su lado norte. Es tan grande que se visualiza inmediatamente. Los horarios de visita del museo son los siguientes: de martes a domingo de 09:00 a 15:00 horas. Cierra los lunes. La entrada es gratis.
Conservación.
Museografía. Didáctica. Para su conversión en Museo de Málaga, el edificio fue completamente rehabilitado. Tras la inauguración de este espacio en 2016 pudimos darnos cuenta del gran trabajo llevado a cabo para adecuarlo a museo, de los logros y aspectos mejorables en cuanto a la museografía del conjunto expositivo, pero también de los "sacrificios" a los que se sometió el edificio, en mi opinión sin justificación alguna y por tanto innecesarios. Así, los muros interiores fueron revestidos de blanco, sobre todo los del ala noroeste que contienen las escaleras y salas más importantes, revestidas originalmente con mármol, y desaparecidas al ojo humano en la actualidad. El blanco para los museos es considerado un color neutro que deja a la obra expuesta libre de cualquier perturbación interpretativa por parte del visitante. Lo malo es que el edificio de la Aduana tiene su propia historia, que ha sido ocultada y por tanto negada al conocimiento del común. Un segundo punto es la sustitución de los cierres de las ventanas por otros nuevos. Según informaciones estos fueron llevados al norte de España, seguro que por alguien conocedor de su valor histórico. Por último, el tejado. Metálico y plateado, sin encaje, parece pertenecer a otro edificio más propio de los años 70 del siglo XX. En definitiva, que no se corresponde con un monumento palacial del siglo XVIII. No sé, visito Italia, y no veo ese tipo de soluciones tan "originales" para sus incontables palacios. Por lo que respecta a la museografía, ya hemos dicho al comienzo que ha habido logros incuestionables: la sección de arqueología es muy didáctica, legible, fácil de seguir. La sección de pintura es más compleja: La sensación de no saber en qué parte del relato te encuentras es constante; así como la posibilidad de salirse de las salas al existir unos pasillos traseros vacíos que recorren los muros del edificio; y por último un suelo de madera que al pisar produce mucho ruido y se ensucia fácilmente. Por otra parte está muy bien que la Junta de Andalucía no cobre la entrada a los nacionales y ciudadanos de la Unión Europea, pero conociendo las enormes limitaciones presupuestarias que tienen, podría crearse la figura del colaborador, tanto empresas como personas físicas, además de situar urnas donde el público depositase sus donativos, al igual que ocurre con muchos museos ingleses. De todas formas, cobrar uno o dos euros por la visita tampoco sería injusto. No me olvido de la gran sala dedicada a almacén visitable. Sin duda, una de las genialidades de este museo.