Situada al norte del núcleo histórico de Antequera, en el extremo sur de la calle Cruz Blanca, enfrente de la cual se levanta la iglesia y convento de la Trinidad, con la que forma parte de una composición urbana que desarrolla una clara intencionalidad barroca, convirtiendo el espacio público en decorado religioso.
Fue construida en 1774 por el alarife Martín de Bogas (r.b.: 003; pág. 220), aprovechándose para su ubicación la conjunción en ángulo agudo de dos calles (Santa Clara y Lucena), y tomando como modelo la capilla-tribuna del Portichuelo (r.b.: 003; pág. 220). Como afirma María Dolores Aguilar, en su Málaga Mudéjar, estas dos capillas, junto con la de la iglesia de Santiago, "servían de capilla callejera y estación de penitencia para determinada cofradía de Semana Santa" (r.m.: 002; pág. 234). Al mismo tiempo, "se deben relacionar con la cultura de posas de la arquitectura americana ya que cumplían idéntica misión" (r.m.: 002; pág. 234).
La influencia de la capilla-tribuna del Portichuelo (1715) (r.b.: 003; pág. 220) se plasma en su configuración tripartita, de planta semihexagonal y dos niveles de altura, utilizando el ladrillo para la mayor parte del diseño, excepto en los pilares de la planta baja, dentro de la más que asentada tradición antequerana de la llamada arquitectura barroca del ladrillo, de los que tan magníficos ejemplos aún podemos disfrutar tanto en la propia ciudad de Antequera como en Archidona.
La planta baja de la capilla se resuelve mediante tres arcos de medio punto y amplia luz, con peralte en los dos laterales, y las albanegas señaladas, sostenidos por los comentados pilares a los que les continúa un juego de pilastras quebradas en ladrillo, que son inicio de las del piso superior. Por encima de la clave del arco se desarrolla una amplia repisa o sostén de la panza del balcón superior, con motivos en voluta, en cuyo nivel corre un friso liso. El interior es cubierto por un techo plano sostenido por vigas.
La planta superior, que repite el esquema tripartito de la inferior, se cierra al exterior mediante arcos carpaneles entre estípites, con balcones de sencilla rejería, de perfil curvo o panzudos en su sección central. Aunque el trabajo con el ladrillo de la planta inferior es interesante, es realmente en este nivel superior donde el alarife Martín de Bogas desarrolló todo su potencial creativo, con un rico muestrario de elementos decorativos. Así, el intradós de los arcos continúa la decoración en faja de las jambas. Los estípites gozan de una detallada recreación rematándose con capitel corintio, corriendo una lisa cornisa por encima de todo ello, y por último, ya hemos mencionado la decorada repisa bajo el balcón. Destacar que el cierre interior de este nivel se realiza mediante bóveda de crucería entre arcos fajones.